ansiedad

Ese momento incómodo en el que escribes de alguien y ese alguien te lee y te dice: «oye, he leído tu blog» y todo en tu cabeza hace PUTFFFARRGH. Las mujeres en mis historias me van a matar. O de amor o de ansiedad, pero me matarán. Ojalá nunca sepan cuánto poder tienen ni quién tiene qué alias en los relatos autobiográficos que aún no he escrito pero he referenciado. Aquella mujer, por ejemplo, de la que me enamoré perdidamente, la muchacha hippie que leía a Cortázar, que es muy diferente a la muchacha de cabellera largo que me decía que era un pequeño Ribeyro, que es también muy diferente a esa otra chica que una vez me dijo que era un pastrulo y me amó, creo, por un instante, y de cuando en cuando me habla con ese misterio que siempre la rodeó y no pude resolver, esa chica que era radicalmente diferente a aquella con la que iba a charlas revolucionarias y con quien me reunía a hablar sobre cuánto odiábamos la literatura de Cohelo y los fenómenos pop. Todas son diferentes y nunca sabrán, por mis historias, eso espero, a quién amé más.

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